Pintaron entre los dos toda la fachada, azul y blanco brillante, la casa les quedó feliz. Su casa sonreía como nunca lo había hecho antes.
Por fin ella lo había encontrado y cambió todo en ella.
¡Vaya cambio! Llegó tarde, pero todos sonreían: hasta la terraza, hasta la gata, hasta las paredes, hasta los vecinos, hasta los colores, hasta las ventanas, hasta el suelo, todo sonreía, como ella había querido siempre que fuera.
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